Desde que tenía tres años, la fotografía me ha fascinado. Recuerdo claramente cómo mi tío revelaba fotos en su laboratorio, rodeado de frascos y reactivos, creando un ambiente mágico. Era asombroso ver cómo aparecían las imágenes en el papel, cada una capturando momentos únicos de personas felices. Esa experiencia despertó en mí un amor profundo por la fotografía. A través de mi lente, busco la belleza y la emoción en cada imagen, intentando congelar esos instantes especiales que cuentan historias y llenan de vida el recuerdo. Cada fotografía es un tesoro, un reflejo de la felicidad y la esencia de las personas que retrato.